jueves, 3 de julio de 2008

PROSA FANTÁSTICA

RESURRECCIÓN


El aire traía murmullos de agujas de pinos vibrando en la noche callada. El disco plateado se filtraba entre las ramas ralas, bañando con su luz las formas de mármol, y era tan clara que hasta se leían algunas inscripciones. Un suave perfume a flores muertas se posaba en la hierba brillante de rocío. El grillo entonaba su canción de una nota. Sólo el chistido de la lechuza rompía a veces el silencio. Podía decirse que todo dormía en el lugar. Hasta era posible que alguien muy atento escuchase el respirar acompasado de los muertos en la tierra oscura, pero caliente de vahos humeantes. Sólo las cáscaras de las bellotas se movían, con los suaves remolinos que originaba la brisa.
Pero de algún lugar de ese vasto mundo de silencios y quietud, provenía ahora un inconfundible olor a tierras fermentadas. Un sonido muy suave, quizás de terrones de humus que fueran apartados, llegaba ahora. No mucho más allá de esa bóveda de tierra floja, un gemido casi, como de una voz humana que luego se repitió varias veces.
La tierra cedió con facilidad y una mano descarnada emergió después de mucho trabajo. El agujero ya estaba más grande, y rato después se escucharon unos pasos, lentos, como de alguien que arrastrara penosamente una pierna
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